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PLAGIADO

teniéndose inmediatamente, se hundió en la profundidad de las aguas el Covenant de DysartproMientras remaban con dirección á la costa nadie nunció una palabra, llenos como estaban aún de horror con los gritos de los marineros aquellos; pero apenas pusieron pie en tierra cuando el capitán pareció despertar de un sueño y ordenó á su gente que se apoderara de Alán. Los marineros retrocedieron como si la cosa no fuera muy de su gusto; pero el capitán, furioso, les decía que Alán estaba solo, que tenía consigo mucho dinero, y había sido la causa de la pérdida del buque y de la muerte de sus compañeros, y que de un golpe obtendrían vengany dinero. Eran siete contra uno; y en aquella parte de la costa no había ninguna roca contra la cual pudiera apoyarse Alán, así es que los marineros comenzaron á esparcirse para atacarle por la espaldaza —Y entonces, dijo Alán,—el hombrecillo del pelo rojo—no me acuerdo de su nombre . . .

—Riach,—le dije.

—Sí,—dijo Alán, Riach. ¡Bien! él fué quien tomó mi defensa, preguntándoles si no temían la justicia. Si persistís en vuestro intento, yo mismo le guardaré las espaldas. No es enteramente perverso ese hombrecillo del pelo rojo, agregó Alan.—Tiene sus puntos de hombre decente.

—Sí,—le dije,—fué bueno conmigo á su manera.

—Y así lo fué con Alán,—dijo,—y á fe que es muy excelente su manera. Pero la pérdida del buque y los gritos de los pobres marineros pesaban sin duda mucho sobre el pobre hombre.

—Sin duda ; pero ¿ qué hizo el capitán?