Página:Plagiado (1896).djvu/167

Esta página no ha sido corregida
159
HABLO CON ALÁN EN EL BOSQUE DE LETERMORE

cansado, y puedo hablar. Usted y yo debemos separarnos. Lo quiero á Vd. mucho, Alán,—agregué—pero nuestras sendas no son las mismas, y tarde ó temprano tendremos que separarnos.

—Difícilmente me quisiera separar de Vd., David, sin tener para ello una razón,—dijo Alán con un tono lleno de gravedad.—Si sabe Vd. algo en contra de mi buen nombre, lo menos que se debiera hacer, en gracia de una buena amistad, era decírmelo; y si solo consiste en que mi compañía le causa desagrado, entonces soy yo quien pudiera juzgar si me considero ó no insultado.

—Alán,—le dije,—¡qué significa esto? Demasiado sabe Vd. que aquel Campobello yace en el camino bañado en su propia sangre.

Permaneció en silencio por algún tiempo; y después dijo: —i Ha oído Vd. referir alguna vez la historia del Hombre y de las Hadas?

—No, ni quiero oirla,—le contesté.

—A pesar de todo, Sr. Balfour, se la contaré á Vd., —replicó Alán.—Debe Vd. saber que el hombre fué arrojado sobre una roca en medio del mar, donde las Hadas tenían por costumbre descansar cuando se dirigían á Irlanda. El nombre de esta roca es Skerryvore, y no está lejos del lugar donde naufragamos. Bien; parece que el hombre gritó tanto diciendo que deseaba ver á su hijito antes de morir, que al fin las Hadas se compadecieron de él, y le trajeron el tierno niño en un saco, que depositaron junto al hombre mientras éste dormía.

Cuando despertó, vió el saco y notó que algo se movía en él; y como era una de estas personas que siempre ven las