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juntamente los honores. Ambos tienen la misma educacion, ámbos tienen igual política; ámbos estan igualmente llenos de gusto y de talento: ámbos en fin animados del mismo deseo de recibir gente, y de contentar á todos y cada uno en particular. El marido no omite medio alguno para atender á todas partes: va, viene, da la vuelta y se toma mil fatigas; en fin querría ser todo ojos. La muger se está quieta; un pequeño círculo de personas se reune en su derredor, que parece ocultarla todo el resto de las demas; pero sin embargo nada pasa que no note, no sale persona de su casa á quien no haya hablado: nada ha omitido de lo que podía interesar á todos: no ha dicho nada á cada uno que no sea agradable; y sin turbar el órden, el último de la compañía no ha sido menos atendido que el primero. Se trata de un convite: se ponen á la mesa los convidados; el hombre instruye á todos ellos para que se coloquen, y lo hará segun sabe: la muger, sin saber nada, no se engañará en ello: ya habrá leido en los ojos y en el porte de los convidados todas las conveniencias, y cada uno se hallará colocado segun quiere estarlo. No digo por esto