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El animal respiraba con dificultad, y los dos estaban cubiertos de lodo desde los cascos del caballo hasta el sombrero del jinete.

—Guarda, añadió el viajero con calma, os repito que nada debeis temer. Pertenezco á la casa de banca de Tellsone y compañía, una de las mas conocidas de Lóndres, y voy á París por negocios. ¿Tengo tiempo para leer esta carta? Habrá una corona de propina.

—Eso depende de su contenido......si no es muy larga......

Mr. Lorry se acercó al farol del coche, abrió la carta que tenia en la mano y leyó en voz alta la siguiente frase:

"Esperad á la señorita en Douvres."

—Ya veis que no es muy larga, dijo Mr. Lorry al guarda. Y añadió dirijiéndose al emisario:

—Direis en casa que he respondido en viva voz: Resucitado.

—¡Qué respuesta tan particular! esclamó Ferry con su voz mas ronca.

—Llevádsela, sin embargo, á esos señores, y se convecerán así de que he recibido su carta. Buenas noches, Ferry; volved á casa lo mas pronto posible.

Y despues de pronunciar esas palabras, el caballero abrió la portezuela y entró en el coche. Sus compañeros en viaje habian ocultado de prisa sus bolsillos y relojes en sus anchans botas y finjian estar sumidos en el mas profundo sueño.

Cerrada la portezuela, continuó su marcha el carruaje, y al bajar por la pendiente, se envolvió en una niebla cada vez mas densa.

El guarda dijo en voz baja al cochero por encima del carruaje:

—Tom, ¿has oido esa respuesta?

—Sí.

— ¿Qué te parece?