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LEOPOLDO LUGONES

Ponen tal elegancia en su persona,
Que con razón á todas las muchachas
Se les hace por él agua la boca.
Sólo el telegrafista le compite
Cuando á la tarde en su tubiano asoma.


Afuera, denunciando que el negocio
Es casa fuerte, de las dos que acopian
Frutos, y prestan á interés, un cuero
Estaqueado, el caliente piso alfombra.
Húmedo de colores como un mapa,
Que azulan podredumbres transitorias,
Asusta á los esquivos redomones
De la rural clientela que anda en compras,


Socarrando las rojas verdolagas
De la plaza desierta, el sol acosa.
Un caballo tranquilo, allá á lo lejos,
Camina por la falda de una loma.