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ODAS SECULARES

Y será el caso de estrenarse botas,
Y restallar la chispa de los látigos
Entre una polvareda victoriosa.


La tienda estará allí sombría y fresca
Con su cortina de pesada lona,
Donde un gran lamparón de kerosene
Trasluce el sol aglomerando moscas.
Un confortable olor de caña y yerba,
Sale en la bocanada de su sombra.
Puntea el sastre, cabalgando un tercio,
Un pasacalle de guitarra ociosa.
Detrás del mostrador el dependiente
Despacha á una esponjada señorona
Que regatea y prueba con saliva
Un percal de firmeza sospechosa.
—Podemos enseñarle la factura
Argumenta el audaz con labia pronta.
Y su ala de pichón, enaceitada
De Tónico Oriental, y su simbólica
Solapa constelada de alfileres,