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LA TABLA DE CEBES.

que estaremos atentos muy de propósito, pues tan grande es la pena y el peligro.

Tomando, pues, una vara en la mano, y enderezándola hacia la pintura: -¿Veis, dice, este cercado?

—Sí vemos.

— Primeramente habéis de entender esto: que este lugar se llama la Vida, y que aquella multitud que está junto á la puerta son los que han de nacer ó venir á ella. El viejo que está en lo alto y tiene un papel en la mano y con la otra parece que está demostrando cierta cosa, éste se llama el Buen Genio, el cual les está advirtiendo á los que vienen á esta vida qué es lo que han de hacer después que en ella hayan entrado; y les muestra por qué camino han de caminar, si se han de salvar en ella y no perderse.

—¿Qué camino, pues, dije yo, les manda que tomen, y de qué manera?

—¿No ves, dice, una silla puesta junto de la puerta, en aquel lugar por donde ha de pasar la multitud, en la cual está sentado un mancebo[1] de muy buena manera, y que parece que persuade y que tiene en la mano un vaso?

—Ya lo veo; pero ¿quién es? le dije yo.


  1. Iuri wenlaoutvn to 0er. El griego dice yuvri, una mujer, pero Abril la transformó en un mancebo, porque la voz ándtn, á quien se refiere, la traduce por engaño, nombre masculino. Si la llamara impostura, voz bien recibida, no seria necesario sacarla de su sexo, y diría ajustado al texto: en la cual está sentada una mujer, que tiene una compostura y modéstia afectada ó fingida. Abril traduce la frase wBrdzquévn tộ bet, por de muy buena manera ; pero las voces griegas lo resisten, y cuadra mejor la interpretación dicha.