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MORALISTAS GRIEGOS.

cias, por último, ni en parte alguna. Pues en qué consiste? En hacer lo que exige la naturaleza humana. Y esto cómo lo ejecutará uno? Después que tuvieres los dogmas por los cuales se regulan los deseos y las obras. Y cuáles son esos dogmas? Los que deciden del bien y del mal, de modo que no se repute por bien del hombre lo que no le hace justo, templado, fuerte y liberal; ni por nal lo que no cause los efectos contrarios á lo que acabamos de decir En cada una de tus acciones hazte la pregunta: -¿Cómo me va en esto? acaso me arrepentiré de ello después? Dentro de poco también yo habré muerto y todo se acabó para mí; luego qué más puedo pretender que el que la presente obra sea propia de un viviente raci por las mismas leyes[1] con que se gobierna Dios? ¿Alejandro, César y Pompeyo qué tienen que ver, comparados con Diógenes, Heráclito y Sócrates? Porque estos filósofos eran de un espíritu tal y tan excelente, que penetraban bien las cosas, sus formas y materias; pero aquellos Príncipes, de todo esto ignorantes[2], ¿á cuántos cuidados se vieron sujetos y á cuánta servidumbre obligados? y sociable, dirigido[1] La ley natural, siendo en su fondo una razón práctica descrita en la mente de Dios, es forzoso que sea común á Dios y á toda la naturaleza racional, que de él participa la razón. Véase á Cicerón, De Legib., cap. VI.

[2] M. Aurelio compara al presente la solicitud y distracción que aquellos Principes tenian en una infinidad de negocios y multitud de cuidados, con la libertad, sosiego é industria de los filósofos en el cultivo de su espiritu y ejercicio importantisimo de la virtud. También es cierto que el reinar viene á ser una honrada esclavitud, como dijo Antigono. No


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