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Gustavo A. Becquer.

la saciáis de infinito! ¡Sonrisas, lágrimas, suspiros y deseos, que formáis el misterioso cortejo del amor! ¡Vosotros sois la poesía, la verdadera poesía que puede encontrar un eco, producir una sensación, ó despertar una idea!

Y todo este tesoro inagotable de sentimiento, todo este animado poema de esperanza y de abnegaciones, de sueños y de tristezas, de alegrías y de lágrimas, donde cada sensación es una estrofa y cada pasión un canto, todo está contenido en vuestro corazón de mujer.

Un escritor francés ha dicho, juzgando á un músico ya célebre, el autor del Tannhauser.:

« Es un hombre de talento que hace todo lo posible por disimularlo, pero que á veces no lo puede conseguir, y — á su pesar — lo demuestra. »

Respecto á la poesía de vuestras almas puede decirse lo mismo.

Pero, ¿qué? ¿frunces el ceño y arrojas la carta?... ¡Bah! No te incomodes... Sabe de una vez y para siempre, que tal como os manifestáis, yo creo, y conmigo lo creen todos, que las mujeres son la poesía del mundo.


IV.


El amor es poesía; la religión es amor. Dos cosas semejantes á una tercera son iguales entre sí.