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CARTA XX

El rival que os ha deparado la suerte me parcce muy temible, porque sigue precisamente la norma de conducta que yo os aconsejaba. Conozco al caballero. Nadie más á propósito que él para tramar una seduc- ción. Aseguraría que su corazón permanece virgen todavía. Ataca á la condesa á sangre fría; estáis per- dido. Un amante tan apasionado como vos parecéis comete cien tonterías. Los mejores asuntos fracasan entre sus manos. Á cada momento da ventajas á su rival. Se perjudica constantemente unas veces por precipitación, por timidez otras. Pierde mil pequeñas ocasiones, de esas que siempre hacen ganar algún terreno. Por el contrario, un hombre que hace el amor por el solo placer de hacerlo aprovecha todas las cir- cunstancias por insignificantes que sean, nada se le escapa, conoce el punto sensible y concentra en él sus esfuerzos. Todo tiende al fin, todo es producto de un plan hábilmente combinado. Hasta sus imprudencias son con frecuencia el fruto de la más sana reflexión y adelantan el éxito; y llega 4 adquirir tal supericri- dad que hasta podría marcar la fecha del triunfo.

Guardaos bien, marqués, de recorrer todo el ca-