CARTA XIV
No, marqués; la curiosidad de MM*. de Sévigné no me ha ofendido. Al contrario, me agrada que haya leído las cartas que os escribo. Creía sin duda que eran cartas amorosas y se habrá convencido de que no hay tal cosa. Asi sabrá que soy menos frívola de lo que se había imaginado y tendrá de Ninón otra idea muy distinta de la que ha tenido hasta ahora. Porque no ignoro que ella habla de mí de un modo no muy halagúeño (1). Pero su injusticia no influirá para nada en la amistad que os profeso. Tengo la sufi- ciente filosofía para consolarme de no obtener el sufragio de las personas que me juzgan sin conocerme. Ocurra lo que ocurra, continuaré hablándoos con mi sinceridad ordinaria. Estoy segura de que Mme. de Sévigné, á pesar de su gran delicadeza, será mu- chas veces de mi opinión, aunque no lo parezca.
Y vamos á lo que os interesa.
Después de penas y cuidados infinitos ¿podéis afir-
(1) Mre, de Sévigné, en sus cartas de M!*. de Lenclós da una idea monos favorable que las de otros autores de su tlempo, porque le atribuía la disipación en que el marqués de Sévigné pasó los primeros años de su vida.
