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100 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

La prueba de que los grandes sentimientos no son más que quimeras del orgullo y de la prevención, es que en nuestros días no vemos ese gusto de mística galantería, esas pasiones gigantescas. Á la opinión mejor formada unís el ridículo; muchas veces los hombres os asombráis al ver que por ciertas ideas habéis sentido hasta idolalría y, sin embargo, se pasa el entusiasmo y las calificáis sin vacilar de ridículas; las ideas pasan como las modas. Ya os convenceréis al fin de que el amor para ser verdadero y para hacernos felices, lejos de ser tratado como un asunto serio, reclama la alegría y la ligereza. Nada os hará apreciar tan bien mi afirmación como la continuación de vuestra aventura. Porque yo creo que la condesa es la menos susceptible de una pasión triste. Con vuestros grandes sentimientos terminaréis por moles- tarla. Os lo advierto.

Mi indisposición continúa. De buena gana os diría que no salgo en todo cl día; pero ¿no equivaldría eso á daros una cita? Sin embargo, si quisierais venir á decirme lo que pensáis del Bajazel de M. Racine, os lo agradecería. Se dice que la Champmeslé se ha excedido á sí misma.

Releo mi carta, marqués, y esta lectura me infunde mal humor contra vos. Veo que la verdad es una enfermedad que se adquiere por contagio. Pensad cuánta vais á poner en el amor, porque la comunicáis hasta á las que quieren desengañaros. Es cosa rara. Para probaros que el amor debe ser tomado alegremente, ha sido preciso adoptar un tono serio.