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24 EL PADRINO

Gruesas lágrimas corrieron por las meji- llas de la pobre niña; pero era el puro llanto de la abnegación y lejos de quemar su alma pareció que la inundaba de una serenidad inefable.

Cuando terminó sus oraciones y se levantó, una expresión sublime la transfiguraba: Pa- recía una mártir cristiana pronta para diri- girse al lugar del suplicio.

IV

PROYECTOS DE CASAMIENTO

La casa de don Pedro Real estaba situada en la que entonces, se llamaba modestamente «calle» y hoy ostenta el más pomposo título de « avenida » 18 de Julio.

Era un hermoso edificio; pero su aspecto exterior no era nada, comparándolo con la suntuosidad y buen gusto que reinaba en el interior. Como que su propietario era un hombre riquísimo y tenía una hija que sabía hacer lucir perfectamente el dinero.

Era al caer de la tarde de un domingo de Junio, frío y lluvioso, pero en la elegante sa- lita donde se hallaba el viudo Real acompa- ñado de su hija y sobrino, no se dejaban sentir los rigores del tiempo; antes bien se