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la novena dedicada á.... ni ella misma sabía á qué santo de los millones de santos de la corte celestial. Probablemente á algun santo, patrón de solteronas viejas.

—¿Cosa Chilang?

—Buenas noches, tía.

—Ha llegado tu papá?

—No, tía; me habló por teléfono; tienen cena esta noche los Diputados.

—Bueno.

Entró en su cuarto. Chilang la siguió:

—¿Qué tal la novena, tía?

¡Y tenía valor de preguntárselo después de no haber querido acompañarla á la Iglesia! Se iba despojando del velo, rosario, escapularios, medallas y cordones.

—Pues te has perdido la gran cosa, el gran sermón del padre Foradada... Ay, y qué de perlas te venía á tí y á todas las