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bienes; porque asi como ningun pais produce cuanto nece sita , abundando de unas cosas y careciendo de otras , y teniéndose por mejor aquel que da más de su cosecha, del mismo modo no hay hombre alguno que de todo lo bueno se halle provisto ; y cualquiera que constantemente hu biese reunido mayor parte de aquellos bienes, si despues lograre una muerte plácida y agradable , éste, señor, es para mí quien merece con justicia el nombre de dichoso. En sụma, es menester contar siempre con el fin ; pues hemos visto frecuentemente desmoronarse la fortuna de los hombres à quienes Dios habia ensalzado más.»

XXXIII. Este discurso , sin mezcla de adulacion ni do cortesanos miramientos, desagradó á Creso , el cualdespi. dio á Solon , teniéndole por un ignorante que, sin hacer caso de los bienes presentes, fijaba la felicidad en el término de las cosas.

XXXIV. Despues de la partida de Solon, la venganza del cielo se dejó sentir sobre Creso, en castigo, á lo que parece, de su orgullo por haberse creido el más dichoso de los mor tales. Durmiendo una noche le asaltó un sueño en que se le presentaron las desgracias que amenazaban a su hijo. De dos que tenía , el uno era sordo y lisiado; y el otro, lla mado Atys , el más sobresaliente de los jóvenes de su edad . Este pereceria traspasado con una punta de hierro si el sueño se verificaba. Cuando Creso despertó se puso lleno de horror á meditar sobre él, y desde luego hizo casar á su hijo y no volvió á encargarle el mando de sus tropas , á pe . sar de que antes era el que solia conducir los Lydios al combate ; ordenando además que los dardos, lanzas y cuan tas armas sirven para la guerra , se retirasen de las habita ciones destinadas á los hombres , y se llevasen á los cuar tos de las mujeres, no fuese que permaneciendo allí col gadas pudiese alguna caer sobre su hijo .

XXXV. Mientras Creso disponia las bodas, llegó á Sardeş un Frigio de sangre real, que habia tenido la desgracia de