Página:Los nueve libros de la historia de Heródoto de Halicarnaso - Tomo I (1898).pdf/324

Esta página no ha sido corregida
326

mismos á qué extremos no llegó la suma insolencia y tirar nia de Cambises, y no os ha cabido poca parte en la auda cia extremada del mago . Quisiera se me dijese cómo cabe en realidad que la monarquía , á cuyo capricho es dado ha cer impunemente cuanto se le antoje, pueda ser un gobier . no justo y arreglado . ¿Cómo no ha de ser por sí misma peligrosa y capaz de trastornar y sacar de quicio las ideas de un hombre de índole la más justa y moderada cuando se vea sobre el trono? Y la razon es, porque la abundancia de todo género de bienes engendra insolencia en el corazon del monarca , juntándose esta con la envidia, vicio comun na. cido con el hombre mismo. Teniendo, pues, un soberano estos dosmales , insolencia adquirida y envidia innata , tiene en ellos la suma y el colmo de todos . Lleno de sí mismo y de su insolente pujanza , cometerá mil atrocidades por mero capricho , otras mil de pura envidia, siendo así que un so berano á quien todo sobra debiera por justo molivo verse libre de los estímulos de tal pasion . Con todo, en un mo narca suele observarse un proceder contrario para con sus şúbditos : de envidia no puede sufrir que vivan y adelanten los sujetos demérito y prendas sobresalientes; gusta mu cho de tener a su lado los ciudadanos más corrompidos y depravados del Estado ; tiene el ánimo siempre dispuesto a proteger la delacion y apoyar la calumnia . No hay hombre más receloso y descontentadizo que un monarca . ¿Es uno parco ó contenido en admirar sus prendas y subirlas á las nubes ? Se da él por ofendido de que se falte al acatamiento , y veneracion debida al soberano . ¿Es otro , por el contrario , pródigo en dar muestras de su respeto y admiracion ? Se le desdeña y mira como á un adulador falso y vendido. Y no es eso lo peor; lo que no puede sufrirsele de ningun , modo es ver cómo trastorna las leyes de la patria ; cómo abusa por fuerza de las mujeres ajenas; cómo, finalmen te, pronuncia sentencia capital sin oir al acusado. Mas al contrario, un estado republicano, además de llevar en su