Página:Los nueve libros de la historia de Heródoto de Halicarnaso - Tomo I (1898).pdf/271

Esta página no ha sido corregida
273

-tonia , manulla luego vestir de esclava enviándola con su cántaro por agua ; y en compañía de ella , por mayor es carnio , otras doncellas escogidas entre las hijas de los se ñores principales vestidas con el mismo traje que la hija del rey . Fueron pasando los jóvenes y damas con grandes gritos y lloros por delante de sus padres, quienes no pudie ron menos de corresponderlas gritando y llorando tambien al verlas tan maltratadas , abatidas y vilipendiadas; pero el rey Psaménito , al ver y conocer a la princesa su hija, no hizo más ademan de dolor que bajar sus ojos y clavarlos en tierra . Apenas babian pasado las damas con sus cántaros, cuando Cambises tenía ya prevenida otra prueba mayor , haciendo que allí mismo, á vista de su infeliz padre, pare ciese tambien el principe su hijo con otros2.000Egipcios, todos mancebos principales, todos de la misma edad , to dos con dogal al cuello y con mordazas en la boca . Iban estas tiernas victimas al suplicio para vengar en ellas la muerte de los que en Memfis habian perecido en la nave de Mililene, pues tal habia sido la sentencia de los jueces régios, que murieran diez de los Egipcios principales por cada uno de los que, embarcados en dicha nave , habian cruelmente fenecido. Psaménito , mirando los ilustres reos que pasaban , por más que entre ellos divisó al principe, su hijo , llevado al cadalso , ya pesar de los sollozos y alaridos que daban los Egipcios sentados en torno de él, no hizo más extremo que el que acababa de hacer al ver a su hija . Pasada ya aquella cadena de condenados al suplicio , ca sualmente uno de los amigos de Psaménito , ántes su fre cuente convidado , hombre de avanzada edad , despojado al presente de todos sus bienes y reducido al estado de por diosero , venía por entre las tropas pidiendo a todos supli canto una limosna á vista de Psaménito , el hijo de Amasis, y de los Egipcios, participes de su infamia y exposicion en los arrabales. No bien le ve Psaménito , cuando prorumpe en gran llanto , y llamando por su propio nombre al antigo TOMO I.