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más celebrado de cuantos vió el Egipto . Llevó á tal punto la justicia , que no sólo juzgaba los pleitos todos con entere za, sino que era tan cumplido, que à la parte que no se diera por satisfecha de su sentencia , solia contentarla con algo de su propia casa hacienda ; mas a pesar de su cle . mencia y bondad para con sus vasallos, y del estudio tan escrupuloso en cumplir con sus deberes , empezó a sentir los reveses de la fortuna en la temprana mucrte de su hija , única prole que tenia . La pena y luto del padre en su do méstica desventura fué sin limites , y queriendo hacer á la princesa difunta honores extraordinarios, hizo fabricar en vez de urna sepulcral, una vaca de inadera hueca y muy bien dorada en la cual dió sepultura á su querida hija .

CXXX. Esla vaca , que no ſué sepultada en la tierra, se dejaba ver aún en mis dias patente en la ciudad de Sais , colocada en el palacio en un aposanto muy adornado. Ante ella se quema todos los dias y se ofrece todo género de perfu mes, y todas las noches se le enciende su lámpara perenne. En otro aposento vecino están unas figuras que representan á las concubinas de Micerino, segun decian los sacerdotes de la ciudad de Sais: no cabe duda que se ven en él ciertas estatuas colosalesdemadera, de cuerpo desnudo , que serán veinte à lo más; no diré quiénes sean , sino la tradicion que corre acerca de ellas .

CXXXI. Sobre esta vaca y estos colosos hay, pues, quien cuenta que Micerino, prendado de su hija , logró cumplir , á despecho de ella , sus incestuosos deseos , y que habiendo dado fin á su vida la prinecsa colgada de un lazo , llena de dolor por la violencia paterna , fue por su mismo padre se pultada en aquella vaca . Viendo la madre que algunas don cellas de paiacio eran las que habian entregado elhonor de su hija á la pasión del padre , les mandó cortar las manos , y áun pagan ahora sus estäluas la misma pena que ellas vivas sufrieron . Los que asi hablan , á mientender, no ba en más que contarnos una fábula desatinaca, asi en la sus