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ellos resistido áun en el caso de no tener naves propias , sino que los enemigos , con una buena armada , hicieron un desembarco en Egina , cediéndoles por entonces la entrada los del país sir exponerse á una batalla naval; bien que ni los Eginetas mismos saben asegurar si elmotivo de ceder les el paso sería por reconocerse inferiores en elmar , o con la pretension de poner por obra . lo que despues con los invasores ejecutaron . Afirman , empero , que viendo los Atenienses que nadie les presentaba batalla , saliendo de sus naves se fueron en derechura hacia las estatuas, y no pudiéndolas arrancar de sus pedestales, atadas al cabo con fuertes maromas, empezaron á tirar de ellas, no parando en la mamiobra hasta tanto que las dos estátuas á un tiem ро hicieron una misma demostracion que ellos cuentan y que yo jamás creeré por más que la quiera creer alguno . Cuentan , pues , los Eginetas que las dos estatuas se hinca ron de rodillas, postura que han conservado siempre desde entonces . Esto hacian los Atenienses; los de Egina, por su parte , informados de antemano de que se disponian sus enemigos á venir contra ellos, habian negociado con los Argivos que estuviesen prontos y apercibidos para irles á socorrer; y , en efecto , á un mismo tiempo desembarcaban los Atenienses en Egina, y los Argivos, pasando á la misma isla desde Epidaurio , venian ya sin ser sentidos á dar auxilio á los natura'es , y al llegar se dejaron caer de im proviso sobre los Atenienses apartados de sus naves y del todo seguros de aquel encuentro y refuerzo de que ni la menor sospecha habian ántes tenido . En aquel mismo purto , añaden , acaecieron el trueno y el terremoto .

LXXXVII. Esta es , pues, la historia que nos cuentan Argivos y Eginetas , y en un punto convienen con los de Atenas, á saber , que uno sólo volvió salvo al Atica ; bien que los Argivos quieren que de sus manos se salyase a quel individuo , dándose ellos por los que echaron á pique toda a quella armada; y los Atenienses pretenden que no s