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teccion de Cleomenes, su antiguo huésped , y amigo ya des de el tiempo del sitio que éste puso contra los hijos de Pisistrato : ni faltaban malignos que decian de Cleomenes haber sido buen compadre de Isagoras, á cuya mujer solia visitar ámenudo . Cleomenes , por medio de un heraldo que destinó á Atenas, intimó á Clistenes que en compañía de otros muchos Atenienses salieran de la ciudad , por ser así él como los demas que nombraba unos enageas (ó maldi tos y excomulgados), color que daba á su edicto por insi nuacion de Isagoras , pues los Alcmeonidas con los de su faccion eran mirados en Atenas como reos de cierta muerte sacrilega, de la cual no habian sido cómplices Isagoras ni su bando .

LXXI. La accion por la que merecieron los Alcmeo nidas la nota de malditos fué la siguiente : Habia entre los Atenienses un tal Cilon, famoso vencedor en los juegos olímpicos, convencido de haber procurado levantarse con la tiranía de Atenas, pues , habiendo reunido una faccion de hombres de su misma edad , intentó apoderarse del al cázar de la ciudad. Pero como le hubiese salido mal la ten tativa , refugiose Cilon á sagrado , cerca de la estatua de Minerva . Los Pritanes de los Naucraros (los presidentes do los magistrados) que á la sazon mandaban en Atenas, saca ron de aquel asilo á los refugiados bajo la fe pública de quo no se les daria muerte : mas no obstante esta promesa se les hizo morir, de cuyo atentado se culpaba á los Alcmeo nidas[1]. Este caso era antiguo y anterior á la época de Pisistrato .

LXXII. No contento Cleomenes con haber mandado echar de Atenas á Clistenes y á los demas proscritos , por más que éstos se hubiesen ya ausentado , se presentó allá


  1. Esta historia se lee más circunstanciada en Tucídides, que en este pasaje olvidó su concision y austeridad para dar una nar racion florida y amena.