cendiente ninguno , ni casa ni hogar que se sepa ser do Glauco , tan de raíz pereció en Esparta su raza ; y tanto como veis importa el dejarse de supercherías en punto á depósitos, volviéndolos fiel y puntualmente á sus dueños cuando los exijan.» Habiendo hablado así Leotiquides , como viese que no le daban oidos los Atenienses, regresó de nuevo .
LXXXVII. Era mucho el encono entre los de Atenas y los Eginetas, quienes antes de satisfacer a las injurias quo declarados a favor de los Tebanos habian hecho á los pri meros, les hicieron un nuevo insulto ; pues llevades de có lera y furor contra los Atenienses, de quienes se daban por ofendidos, preparándose á la venganza, tomaron la si guiente resolucion : Tenian los Atenienses en Sunio una nave capitana de cinco remos, que era la famosa Teorida[1], y estando llena de los personajes principales de la ciudad , apresáronla los Eginetas apostados en una celada , y tomada la nave , retuvieron en prision á todos aquellos ilustres pa sajeros. Los Atenienses, recibida tan insigne injuria, pen saron que no convenia dilatar la venganza de ella, procu rándola tomar por todos los medios posibles .
LXXXVIII. En aquella sazon vivia en Egineta un sujeto principal, por nombre Nicodromo, hijo de Eneto , el cual resentido de sus conciudadanos por haberle antes dester rado de su patria , al ver entonces á los Atenienses deseo sos de venganza y prontos á invadir su país , entendióse con ellos, ajustando el dia en que el acometeria la empresa y ellos vendrian á su socorro . Concertadas así las cosas, apoderóse ante todo Nicodromo, segun antes se convino con los Atenienses, de la ciudad vieja, que así la llamaban en Egina.
- ↑ Esta nave, llena de adornos y riqueza, una vez al año pasaba á Delfos, á donde conducia á los Teoros ó diputados religiosos de Atenas, sujetos siempre del mayor lustre y nombradía .