UE quininetos millones de lobos os desgarren la gola!—murmuró Sikes rechinando lo dientes—Si tuviera algunos de vosotros entre mis manos aullariais con mejor razon!
Y lanzando esta imprecacion con todo el furor de que era susceptible, se detuvo un momento para colocar al pobre herido sobre su rodilla y al propio tiempo volvió la cabeza para ver á que distancia estaba de los que le perseguían.
Esto era muy difícil en medio de la noche y de una espesa niebla; pero los gritos confusos de los hombres, el ladrido de los perros y el toque de rebato que retumbaba en todos lados le sirvieron de ausilio para ello.
—Detente vil mandria!—gritó el bandido á Tobias Crachit que haciendo el mejor uso posible de sus piernas se le habia adelantado ya mucho—Detente!