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ANDERSEN.

graciadamente es imposible y no puedo hacer nada por ti. »

Entónces, la mendiga de la casa del dique se puso á suplicar por él:


« Lo reconozco, dijo, su hermano fué quien me dió los ladrillos para hacer mi casa. ¡Qué bondadoso fué para conmigo! ¿No podrian servir todos aquellos pedazos de ladrillos por el ladrillo entero que este deberia dar? Sería una gracia, sin duda; pero ¿no es aquí donde se hacen todas las gracias?

— Ya lo ves, replicó el ángel, el más humilde de