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ras y las barrancas de los ríos y soldados nuestras mujeres. Pero para que veas, hermosa Huanguelé, que tus buenas prendas nos han rendido á todos y que la cortesía, el agrado, la nobleza de tu amigo Mascardi nos obligan más que las amenazas, que estos guerreros no temen, porque á nadie reconocen ventaja; con la muerte de una blanca oveja que, criada en la cordillera, ha bebido á la nieve la blancura, daremos á entender cómo mueren nuestros rencores contra los hermanos de Mascardi. Sacaremos el corazón de esa oveja, y, para que con su sinceridad conozca tu amigo la nuestra, le atravesaremos con dos flechas: y recibirá la una, y nosotros nos repartiremos la otra en astillas, para que se entienda que ya quedamos unidos en un mismo corazón."

Esto diciendo, Peucanta hizo traer una oveja blanca, tirada de una soguilla, al medio de la rueda, y á una seña suya un indio, llegando con una porra, dió tal golpe en la cabeza del animal, que luego cayó tendida; y sacándole con presteza el corazón palpitante, lo atravesó con dos flechas. Peucanta dió una á Mascardi, y él se quedó con otra en nombre de todos. En seguida, untando con la sangre del corazón las hojas del canelo á cuyo pie cayó muerta la oveja, dijo á Mascardi: