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Sentáronse en el suelo por su orden toquis, caciques y capitanes, y detrás los conas ó soldados. Entró el padre en la junta con un ramo de canela en las manos, que entre los indios chilenos sirve como salvoconducto y estandarte de paz, y ellos hincaron las lanzas en el suelo; y después de muchos y corteses saludos, Mascardi, puesto en pie en medio de la rueda, hízoles este razonamiento:

—"Nobles caciques, guerreros valientes que tomáis los nombres de los leones, de los tigres y de las águilas: sabed que mi Rey os desea toda ventura, y me ha mandado á esta tierra á que como ovejas perdidas os busque y como á ciegos os alumbre para que conozcáis vuestro bien. En mí tenéis padre que os ama y amigo que os ampare y agasaje.

"Bien sabéis cuántos años ha que guerreás contra los españoles y cuán poco habéis medrado en ello. Continuamente andáis muertos de hambre, porque no hacéis sino afanar para que el enemigo venga á desperdiciar lo vuestro. De tanta porfía no sacáis más que padecer como bestias en la campaña y correr como los guanacos en la pampa. ¡Cómo os engaña el corazón, valientes guerreros! Bien experimentado tenéis que es imposible acabar con los españoles, aunque más matéis, porque su Rey los envía por millares, y vienen por mar en un día más