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nes, causa muchísima menos pena a la novia que aquel otro que lo hace brutalmente, declarando sin rebozo que ya no la quiere, que quiere a otra, o cosas por el estilo.

AFAN DE PRIMACIA

Hija primogénita del amor propio es la pasión por des- colíar y sobresalir en todo que siente la mujer. Poned oído atento en los salones al chismorreo de las señoras, escuchad en los colegios el cuchicheo de las alumnas, y veréis cómo la preocupación de cada una se cifra en convencer a las demás de que es una criatura superior, la primera. La primera en la ingenuidad o el talento, en la riqueza o la belleza, en el vestir o en el corazón, en el bien o en el mal, en la virtud o en el vicio—<que considera un adorno—; la primera en cualquier aspecto de la vida, en que se tiene por. superior y que es el único a que ella da importancia.

Ser tenida pot la primera es el deseo más general y constante de todas las mujeres. Con efecto, ¿cómo se le re-

compensa en la Biblia a la mujer fuerte por todas sus vir- tudes? Pues, reconociendo que es la mejor de las mujeres— Alábanla los hijos y la dicen feliz; ensálzala el marido y dice: “Muchas mujeres dan prueba de valer, pero tú a todas las superas”.

Esta pasión por la primacía existe también en el hombre; sólo que en la mujer resulta muy distinta. El hombre quiere lograr primacía para sacar provecho de ella, como dice Ábra- ham en la Biblia, para dejar huella de su paso por el mundo, para que todos le conozcan y disponer del poderío y de la rigueza. De suerte que es una pasión que se basa en el in- terés. Mientras que en la mujer no es así. La fama, los ho-

hores, el poder, la idea de dejar una huella de su paso por el mundo, todo esto que constituye la ambición egoísta del hombre es extraño a ese sentimiento de la mujer, que parece tan semejante al del hombre y no lo es. No anhela primacía la mujer con la mira de granjearse privilegios efectivos, co- mo los hombres, sino única y sencillamente para que la ten- gan por la primera en todo quienes la rodean y la quieran y estimen más. Efectivamente: la mujer aspira, ante todo, a sobresalir entre las otras mujeres que conoce y envidia, y no