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PRIMERA PARTE

DIRECCIÓN CONCRETA DE LA INTELIGENCIA FEMENINA

Son muchos los que afirman que la inteligencia de la: mujer es semejante a la del hombre, salvo ligeras diferencias cuantitativas debidas sobre todo al hábito de no estudiar, y que estas diferencias van desapareciendo con la difusión de la instrucción, por la que, de otra parte, muestran las hem- bras un apasionamiento que, al menos en las escuelas secun- darias, parece bastante superior al de los varones.

A mí, en cambio, el trato con las mujeres que estudian, las observaciones recogidas en Norte y Suramérica, y una sin- cera introspección, me han persuadido de que entre la inte- ligencia de la mujer y la del hombre existen diferencias, no de cantidad, sino de cualidad y de dirección, las cuales se fun- dan, no en costumbres o tradiciones, sino en la función máxi- ma a que está predestinada la mujer, y que ninguna sociedad podrá cambiar nunca: la maternidad.

La maternidad determina en la mujer un altruísmo fun- damental, que impregna por entero su vida, e imprime así a su mente como a su corazón, diferencias radicales, tinto en las mujeres que tienen como en las que no tienen hijos, y lo mismo en los países donde la mujer hace siglos que estu- dia, que en aquellos otros donde nunca estudió.

De dichas diferencias podemos trazar dos grandes gru- pos: diferencias de dirección, engendradas de la peculiar pa- sionalidad; diferencias de cualidad, nacidas de la peculiar in- tuición.

Dije antes que la pasionalidad era la atracción o repul- sión instintiva, irracional, que nos acerca o aleja de una per-