e LA LOMBROBO
Una mujer descuidada, cínica, que se preocupe poco de la casa y menos todavía de los hijos, pero que sea procaz, sensual, adulona y ladina, logrará siempre obtener del hom- bre una suma de cariños y admiraciones mucho mayor que la mujer activa. Dirá más todavía y es que, siendo el ocio privilegio de las clases superiores, suele llevar a mal el hom- bre rico, y casi como una humillación, el que su compañera no sepa o no quiera aprovecharse de él, lo que irrita sobre- manera a la mujer activa y laboriosa.
No creo sea posible hallar un radical remedio a estos contrastes; pero estimo, sin embargo, que la educación debe insistir en hacerle ver al hombre la benemerencia de la acti- vidad femenina, y a la mujer los orígenes, nobles a veces, del ocio masculino, a fin de' que ambos traten de suavizar sus respectivos juicios sobre este punto; así como juzgo de absoluta urgencia ver de encauzar la actividad de la mujer de. las clases superiores en ocupaciones provechosas para la sociedad, sin lo cual, en vez de ser un elemento de progreso, la-actividad femenina acabará por convertirse en elemento de regresión, tanto individual como social.
