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definición tomando como criterio las posibilidades y los resultados que esa definición permite. En otras palabras, las arbitrariedades se asumen y sólo se justifican a posteriori. Un paso puede ser arbitrario pero los pasos siguientes, es decir, sus resultados (y no una supuesta verdad que quedó "atrás"), pueden justificarlo. William James observaba que cuando un filósofo pragmático explica lo que la gente entiende por "verdad", esa misma gente reacciona como si se hallara ante una propuesta nueva y peligrosa. El pragmatismo, ya se sabe, es sólo un nuevo nombre para un viejo modo de pensar, una filosofía que puede ser al mismo tiempo obvia y alarmante. Es indudable que todo discurso sobre la literatura elige ciertas categorías teóricas, realiza un determinado recorte de su objeto, subordina ciertos aspectos a otros, etc., y que en general estas operaciones se llevan a cabo tomando en cuenta los resultados que pueden obtenerse. Un enfoque pragmático aplicado a los géneros literarios puede ser objetabie, pero siempre tendrá al menos a su favor (y en su contra) la circunstancia de no ser mucho más que un reconocimiento de lo que los críticos siempre hicieron. Una concepción amplia del policial no es más ni menos arbitraria que una concepción restricta, pero puede ser algo más interesante. No refleja con mayor o menor fidelidad el género, pero puede captar mejor sus aspectos más valorados. Lo que importa considerar es qué líneas de pensamiento nos permitimos y nos prohibimos a medida que desarrollamos nuestra concepción de un género: la metáfora del jardín de senderos que se bifurcan también es aplicable al ensayo crítico. Concebir el género policial como un género estricto compuesto solamente por sus textos más ortodoxos no es más que un modo de concebirlo. No se trata de una concepción errónea, pero requiere lectores y críticos ascéticos dispuestos a infligirse las mismas limitaciones que le atribuyen al género. la arbitrariedad implícita en la operación de definir un género y evaluar cada 38