Página:Leibniz - Opúsculos filosóficos (1919).pdf/100

Esta página no ha sido corregida
96
 

PRINCIPIOS producir algo que se parece a ellas, aunque en pequeño. Pues—sin referirnos a las maravillas de los sueños, en los cuales suele acontecer que inventamos, sin trabajo alguno y aun sin tener de ello la voluntad, cosas en las que, despiertos, necesitaríamos pensar mucho tiempo para encontrarlas nuestra alma es arquitectónica también en las acciones voluntarias, y, al descubrir las ciencias según las cuales ha dispuesto Dios las cosas —pondere, mensura, numero—, imita, en su recinto y en su breve mundo, en el que le es permitico ejercitarse, lo que Dios hace en el grande.

15. Por todo lo cual los espíritus, ya de los hombres o ya de los genios, entran, por virtud de la razón y de las verdades eternas, en una especie de sociedad con Dios y son miembros de la ciudad de Dios; es decir, del estado más perfecto, formado y regido por el más grande y el mejor de los monarcas, en donde no hay crimen sin castigo, ni acciones buenas sin proporcionada recompensa; en ese estado hay tanta virtud y felicidad como es posible que haya, y no por un desarreglo de la naturaleza, como si lo que Dios prepara a las almas descompusiera las leyes de los cuerpos, sino por el orden mismo de las cosas naturales, en virtud de la armonía preestablecida desde siempre entre el reino de la naturaleza y el reino de la gracia, entre Dios arquitecto y Dios monarca; de suerte que la naturaleza conduce a la gracia y la gracia perfecciona la naturaleza, usando de ella.

16. Así, aunque la razón no pueda instruirnos