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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

tábanles fondos públicos á los Atenienses, y dice Aristóteles, que habiendo el Senado del Areópago proporcionado ocho dracmas[1] á cada uno de los que militaban, fué por este medio la principal causa de que se tripularan cumplidamente las galeras; pero Cleidemo lo atribuye tambien á estratagema de Temístocles: porque cuando ya los Atenienses bajaban al Pireo, dicen que se echó ménos la cabeza de Medusa de la estatua de la Diosa, y que aparentando Temístocles que la andaba buscando, escudriñándolo todo por todas partes, habia encontrado una gran suma de dinero que estaba escondida en el guardajoyas, la cual se puso de manifiesto, y hubo con ella para viálico de los que se embarcaban. Hecha á la vela la ciudad, unos se dolian de aquel espectáculo, y otros admiraban la resolucion de unos hombres que babian enviado á sus padres por otro lado, y ellos se mantenian inflexibles á las exclamaciones y lágrimas de sus mujeres y á tos abrazos de los que pasaban á la isla; con todo, algunos eiudadanos, que por su decrepitud fué preciso dejarlos, movieron á compasion.

De parte tambien de los animales domésticos, que son nuestros comensales, habia una ánsia lisonjera, manifestando con aullidos y ademanes su deseo de seguir á los que los mantenian. Entre estos se cuenta que el perro de Jantipo, padre de Perieles, no pudiendo sufrir el que lo dejase, se arrojó al mar, y arrimándose á la galera llegó hasta Salamina, donde desfallecido ya, al punto se cayó muerto; y el monumento que todavía muestran, y al que llaman monumento del perro, dicen haber sido su sepulcro.

¡Grandes son, por cierto, estos hechos de Temistocles! pues como comprendiese que los ciudadanos sentian la falta de Aríslides, y temian no fuera que de enfado se pasara[1] Las ocho dracmas, por lo dicho en otra nota, valian veintiocho reales,


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