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Plutarco.—Las vidas paralelas.

ron, Tiron, ni memoria siquiera bace de la traicion de Filologo. Se me ha asegurado que algun tiempo despues, entrando César en la habitacion de uno de sus nietos, lo encontró con un libro de Ciceron en la mano, y que asustado trató de ocultarle debajo de la ropa; que advertido esto por César, le tomó, y habiendo leido en pié una gran parte de él, se lo devolvió á aquel jóven, diciéndole: «Varon docto, hijo mio, varon docto, y muy amante de su patría.» Poco más adelante, venció César á Antonio, y siendo cónsul, nombró por su colega al hijo de Ciceron; en cuyo consulado hizo el Senado quitar las estatuas de Antonio, anuló todos los honores que se le habian concedido, y decretó que en adelante ninguno de la familia de los Antonios pudiera tener el nombre de Marco. Por este medio parece que una superior providencia reservó para la casa de Ciceron el fin del castigo de Antonio.

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