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CICERON.

á éste por caudillo toda la gente perdida, se dieron mutuamente muchas seguridades, siendo una de ellas la de baber sacrificado un hombre y baber comido de sus carnes. Sedujo además Catilina á una gran parte de la juventud, proporcionando á cada uno placeres, comilonas y trato con mujerzuelas, y suministrando el caudal para todos estos desórdenes. Estaba fuera de esto dispuesta á sublevarse toda la Toscana, y la mayor parte de la Galia llamada Cisalpina. La misma Roma estaba muy próxima á alterarse por la desigualdad de las fortunas; babiendo los más nobles y principales desperdiciado las suyas en teatros, banquetes, competencias de mando y obras suntuosas, y habiendo venido á parar la riqueza en la gente más baja y ruin de la ciudad; de manera que se necesitaba de muy poco esfuerzo, y le era muy fácil á cualquiera atrevido hacer caer un gobierno que de suyo era débil y caedizo.

Mas para partir Catilina de un principio seguro pedia el consulado; y se lisonjeaba de que saldria cónsul con Cayo Antonio, hombre que por si no era propio para estar al frente de nada, ni bueno ni malo; pero que daria peso al poder ajeno. Previéndolo así la mayor parte de los honestos y buenos ciudadanos, movieron á Ciceron á que se presentara competidor; y siendo muy bien recibido del pueblo, quedó desairado Catilina, y fueron elegidos Ciceron y Cayo Antonio: no obstante que de todos los candidatos sólo Ciceron era hijo de padre que pertenecia al órden ecuestre y no al senatorio.

Aunque todavía eran entónces ignorados de la muchedumbre los intentos de Catilina, no faltaron sin embargo grandes altercados y contiendas desde el principio del consulado de Ciceron. De una parte los que por las leyes de Sila no podian ejercer autoridad, que no eran pocos ni carecian de influjo, al pedir las magistraturas hablaban al pueblo, acusando la tiranía de Sila, en gran parte con verdad y justicia; y querian hacer en el gobierno mudanzas