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TIBERIO Y CAYO, GRACOS.

virtud, aventajándose á todos los jóvenes en los combates contra los enemigos, en la justicia con los súbditos, y en el amor y respeto al general; y en la prudencia, en la sencillez y en el amor al trabajo excedió áun á los más ancianos. Sobrevino en Cerdeña un invierno sumamente riguroso y enfermizo; y habiendo pedido el pretor á las ciudades vestuario para los soldados, acudieron á Roma á que se las excusara. Accedió el Senado á su peticion, y mandó que el pretor viera por otra parte de remediar á los soldados; y como éste se hallase en el mayor apuro por lo que el soldado padecia, recorriendo Cayo.las ciudades, hizo que éstas enviaran por sí mismas vestuario y socorriesen á los Romanos. Venida á Roma la noticia de estos hechos, que parecian preludios de demagogia, el Senado se sobresaltó; y en primer lugar, habiendo llegado de Africa embajadores de parte del rey Micipsa, diciendo que éste, por consideracion á Cayo Graco, habia enviado trigo á Cerdeña á la órden del pretor, los oyeron con disgusto, y los despacharon.

Decretaron en segundo lugar que la tropa fuera relevada, pero que Orestes permaneciera para que con esto se quedara tambien Cayo; mas éste indignado con tales sucesos se hizo al punto á la vela, y cuando menos se lo esperaba se apareció en Roma; de lo que le hicieron un crimen sus enemigos, y áun al pueblo mismo pareció cosa extraña que siendo cuestor hubiera vuelto antes que el general. Llegó á ponérsele sobre esto acusacion ante los censores; pero babiendo pedido permiso para hablar, de tal manera mudó los ánimos de los oyentes, que salieron persuadidos de que él era el que habia recibido muchos agravios. Porque dijo que habia servido en la milicia doce años, cuando á los demas no se les precisaba á servir más de diez; que de cuestor habia estado al lado del prelor tres años, cuando por la ley podía haber vuello despues de cumplido uno; y que él sólo entre sus compañeros de armas había llevadu la bolsa llena; y los demas, despues de haberse bebido el