Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/320

Esta página no ha sido corregida
322
Plutarco.—Las vidas paralelas.

De este modo terminó sus dias Cleomenes, habiendo reinado en Esparta diez y seis años, y habiendo llegado á ser un varon tan eminente. Divulgada la noticia por toda la ciudad, Cratesiclea, no obstante ser de ánimo varonil, des falleció con la grandeza de semejante calamidad, y abrazando á los hijos de Cleomenes, empezó á lamentarse y bacer grandes exclamaciones. El mayor de aquellos niños, desprendiéndose y saliendo de allí cuando nadie podia sospecharlo, se arrojó de cabeza desde el tejado, y autque se hizo grandísimo daño, no murió del golpe, y cuando le levantaron gritaba y se desesperaba porque le impedian el morir. Tolomeo, luego que se le dió cuenta, mandó que desollaran el cuerpo de Cleomenes, y lo pusieran en una cruz, y que diesen muerte á los hijos, á la madre y á las mujeres que tenía consigo. Era una de estas la mujer de Penteo, de hermosa y agraciada persona. Estaban recien casados, y en el primer ardor de sus amores les sobrevinieron estos infortunios. Quiso, pues, embarcarse desde el principio con Penteo; pero sus padres no la dejaron, teniéndola guardada por fuerza bajo Have; mas al cabo de poco, habiendo podide proporcionarse an caballo y algun dinero, se escapó de noche, y sin detenerse caminó basta Tenaro, y allí se embarcó en una nave que se dirigia á Egipto; y conducida á la compañía de sa marido, vivió con él en tierra extraña alegre y contenta. Entonces asistió á Cratesiclea, arrebatada por los soldados, la recogió el mento, y la exhortó á tener buen ánimo, sin embargo de que mostró no arredrarla la muerte, no pidiendo más que un sela cosa, que era morir ántes que los niños. Llegadas al sitio en que los ministros acostumbraban á hacer tales ejecuciones, primero dieron muerte a los niños á vista de Cratesiclea, y despues á esta misma, que en medio de tanta afliccion no pronunció más palabras que estas: ¡Ikjes mios, á dónde habeis venido!» La mujer de Penteo se cilló el manto, y siendo alta y de fuerza, callando y con reposo