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AGIS Y CLEOMENES.

cedonios. Y si nos desdeñamos de sujetarnos á aquellos por quienes con las armas fuimos vencidos, iremos á tomar por dueño y señor al que no nos ha vencido, para que así en lugar de uno haya dos á quienes seamos inferiores, Antígono de quien huimos, y Tolomeo á quien habremos de adular? ¿ó diremos que venimos á Egipto por causa de la madre? ¡Pues por cierto que seráa á la madre un espectáculo agradable y digno de ser tomado por modelo; habiendo de presentar å las mujeres de Tolomeo un rey convertido en esclavo y un hijo fugitivo! ¿Pues por qué siendo todavía dueños de nuestras espadas, y teniendo todavía la Laconia á nuestra vista, no nos sustraemos aqui al imperio de la fortuna, justificándonos así para con los que yacen en Selasia muertos por Esparta? Y no que ahora vamos á estarnos reposados en Egipto para informarnos de quién es el sátrapa que Antigono ha dejado en Lacedemonia.» Habiendo hablado de esta manera Teruquion, le respondió Cleomenes: «Con seguir, oh menguado, de las cosas humanas la más fácil, y que todos tienen más á la mano, que es el morir, ¿quieres acreditarte de fuerte entregándote á una fuga más vergonzosa que la primera? Porque á los enemi—gos han cedido antes de ahora otros mejores que nosotros, ó por capricho de la fortuna, ú oprimidos por la muchedumbre; pero al que, ó por el trabajo y el infortunio, ó por la gloria y el vituperio do los hombres, se da por perdido, á éste es su propia cobardía la que le vence: porque la muerte voluntaria no debe elegirse para huir de obrar, sino para alguna accion útil; pues es cosa vergonzosa que vivamos ó muramos para nosotros solos, que es lo que tú ahora aconsejas, queriendo que nos apresuremos á salir de la situacion presente, sin hacer ó proponer ninguna otra cosa que sea honesta ó provechosa. Mas por lo que hace á mí, creo que tú y yo mismo no debemos perder aún toda esperanza de salud para la patria; y cuando llegue el caso de que esta esperanza nos abandone enteramente,