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AGIS Y CLEOMENES.

pues, á Negistono con dos mil hombres, él se quedó en observacion de Antígono, y tranquilizó á los Corintios, diciéndoles que no habia sido cosa lo de Argos, sino un alboroto suscitado por unos cuantos. Mas sucedió que Megistono llegado á Argos murió en el combate, y los de la guarnicion se sostenian con gran dificultad, enviando contínuos partes á Cleomenes. Temiendo, pues, no fuera que los enemigos se apoderaran de Argos, y tomándole los pasos talaran á su placer la Laconia y sitiaran á Esparta, que habia quedado sin gente, sacó al punto su ejército de Corinto, ciudad que perdió bien pronto, entrando en ella Antigono y poniendo guarnicion. Cayó sobre Argos con ánimo de escalar la muralla, para lo que reunió su ejército, que estaba en marcha; y habiéndose abierto paso por las bóvedas del Escudo, subió y se incorporó con los de la guarnicion, que todavía resistian á los Aqueos. Arrimando despues las escalas, tomó algunos puntos de la ciudad, y desembarazó las calles de enemigos, habiendo dado órden á los Cretenses de que usaran de las ballestas. Mas hablendo visto que Antígono bajaba desde las cumbres á la llanura con la infantería, y que ya los caballos corrian apresuradamente hacia la ciudad, desconfió de reducirla; y juntando toda su gente, bajó con entera seguridad, y se retiró resguardado de la muralla; y habiendo venido á cabo de grandes empresas en muy breve tiempo, y estando en muy poco el que en una vuelta, como quien dice, no se hubiera hecho dueño de todo el Peloponeso, tambien en un momento se le fué todo de las manos; porque de los aliados unos le abandonaron desde luego, y otros hicieron despues entrega de sus ciudades á Antigono.

Cuando tan mal le sucedian las cosas de la guerra é iba en retirada con su ejército, ya tarde, cerca de Tegea, llegaron mensajeros de Lacedemonia trayéndole nuevas de una desventura en nada inferior a las que le aquejaban, y era la de la muerte de su mujer, por sola la cual se mosTOMO IV.

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