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Plutarco.—Las vidas paralelas.

al que lo repugnaba no se le alargaba el vaso. No habia música ni bacía falta: porque él mismo alegraba aquel rato con su conversacion, ya haciendo preguntas, ó ya refiriendo acaecimientos, sin que en sus discursos se notase una solicitud desagradable, sino más bien cierta festividad graciosa y urbana. Porque el modo con que los otros reyes cazaban á los hombres, cebándolos y corrompiéndolos con dinero y con dádivas, creia que sobre ser injusto era mal entendido; y al reves, el atraerlos y ganarlos con pláticas y discursos sencillos y graciosos le parecia lo más honesto y lo más digno de un rey: porque en nada se diferencia el jornalero del amigo, sino en que éste se adquiere con la conducta y el trato, y el otro por dinero.

Fueron, pues, los Mantinecones los primeros que acudieron á él; é introduciéndose de noche en la ciudad, arrojaIron la guarnicion de los Aqueos, y se entregaron á los Lacedemonios. Restituyóles sus leyes y gobierno, y en el mismo dia marchó para Tegea. Poco despues, regresando por la Arcadia, bajó contra Feras de la Acaya, con intento ó de dar una batalla á los Aqueos, ó de excitar sospechas contra Arato, como que voluntariamente se retiraba y le abandonaba el país; pues aunque entonces era general Hiperbatas, toda la autoridad y el poder de los Aqueos residia en Arato. Saliendo, pues, los Aqueos con todas sus fuerzas, y sentando su campo en Dumias, junto al sitio llamado Hecatombeon, acudió Cleomenes, y parece que hizo una cosa temeraria en ir á ponerse en medio entre la ciudad de Dumias, que era enemiga, y el campamento de los Aqueos; pero provocando con la mayor osadía á éstos, los obligó á acometer; y venciéndolos en batalla campal, destrozó su infantería, con muerte de muchos en el combate, y haciéndoles además gran número de prisioneros. Cayó despues sobre Lancon, y echando fuera á los Aqueos que estaban de guarnicion, restituyó la ciudad á los Eleos.

Quebrantados así los Aqueos, Arato, acostumbrado á ser -