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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Volvióle á preguntar el mismo si estaba arrepentido de aqueHas determinaciones; y como contestase que no era cosa de arrepentirse de providencias tan benéficas, áun cuando conocia que le amenazaba el último peligro, le condenaron á muerte, y dieron órden á los ministros para que lo llevaran al calabozo llamado Laiada; el cual era un apartamiento de la cárcel, donde ahogaban á los sentenciados para darles muerte. Mas viendo Democares que los ministros no osaban acercarse á Agis, y que del mismo modo los soldados presentes huian y se retiraban de semejante acto, como que no era justo ni conforme á las leyes poner manos en la persona del Rey, amenazándolos é increpándolos él mismo, llevó á empujones á Agis al calabozo: porque ya muchos habían oido su prision, y habia á la puerta gran alboroto y muchas luces, y habian llegado tambien la madre y abuela de Agis, gritando y pidiendo que al Rey de los Esparciatas se le abriera juicio, y se le concedieran defensas ante los ciudadanos. Mas por esto mismo apresuraron su muerte, conociendo que lo librarian aquella noche si concurria mayor gentio.

Al tiempo de ir Agis al suplicio, vió que uno de los ministros lloraba y se mostraba muy afligido, y le dijo: «Cesa, amigo, en tu llanto, pues áun muriendo tan injusta é inicuamente, me aventajo mucho á los que me quitan la vida;» y al decir esto presentó voluntariamente el cuello al cordel. Acercóse en esto Anfares á la puerta, y levantando á Agesistrata, que se habia echado á sus piés, por el conocimiento y amistad: «Nada violento, le dijo, y que no sea levadero se hará con Agis;» y le propuso que si queria podia entrar adonde estaba el hijo. Pidiéndole esta que entrara tambien con ella su madre, le contestó Anfares que no había inconveniente; y luego que hubieron entrado ambas, mandando otra vez que cerraran la puerta de la prision entregó al lazo la primera á Arquidamia, ya bastante anciána, y que habia envejecido en la mayor dig-