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Plutarco.—Las vidas paralelas.

cia y honores que disfrutaban nada se les disminuyó, y áun percibieron mayores rentas que ántes; pero el obsequio más loable y más régio que de él recibieron unas mujeres ingenuas y honestas, reducidas á la esclavitud, fué el no oir ni sospechar ni temer nada indecoroso; sino que les fué llcito llevar una vida apartada de todo trato y de la vista de los demas, como si estuvieran, no en un campamento de enemigos, sino guardadas en templos y relicarios de vírgenes; y eso que se dice que la mujer de Darto era la más bien parecida de toda la familia real, así como el mismo Dario era el más bello y gallardo de los hombres, y que las hijas se parecían á los padres. Pero Alejandro, teniendo, segun parece, por más digno de un rey el dominarse á sí mismo que vencer á los enemigos, ni tocó á éstas, ní ántes de casarse conoció á ninguna otra mujer fuera de Barsene; la cual, habiendo quedado viuda por la muerte de Memnon, habia sido cautivada en Damasco. Habia recibido una educacion griega, y siendo de indole suave é hija de Artabazo, tenida en hija del Rey, fué conocida por Alejandro, á instigacion, segun dice Aristóbulo, de Parmenion, que le propuso se acercase å una mujer bella, y que unia á la belleza el ser de esclarecido linaje. At ver Alejandro á las demas cautivas, que todas eran aventajadas en hermosura y gallardía, dijo por chiste:

«Gran dolor de ojos son estas Persianas!» Con todo, oponiendo á la belleza de estas mujeres la honestidad de su moderacion y continencia, pasaba por delante de ellas como por delante de imágenes sin alma de unas estaluas.

Escribióle en una ocasion Filoxeno, general de la armada naval, hallarse á sus órdenes un tarentino llamado Teodoro, que tenía de venta dos mozuelos de una belleza sobresaliente, preguntándole si los compraria; y se ofendió Lante, que exclamó muchas veces ante sus amigos en tono de pregunta: «¿Qué puede haber visto en mi Filoxeno de