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Plutarco.—Las vidas paralelas.

fuera una gracia de César, á mí me tocaba ir á implorarla directamente; mas no quiero tener nada que agradecer á un tirano en aquello mismo en que es injusto, y no puede ménos de serlo, salvando como dueño y señor á los que no era razon dominase; y en cuanto al modo que se ha de tener en rogar por los trescientos, está bien que lo examinemos de comun acuerdo, si te parece.» Viósc, pues, para esto con Lucio, á quien al tiempo de marchar le recomendó su hijo y sus más allegados, y despidiéndose de él, y abrazándole, volvió á casa; donde reuniendo al hijo y á los amigos, les habló de otras diferentes cosas, y les manifestó que no era conveniente que aquel jóven tomara parte en el gobierno, pues los negocios no permitian que pudiera haberse de un modo digno de Caton; y no siendo así, sería una afrenta. A la entrada de la noche pasó al baño, y acordándose mientras se bañaba de Estatilio, dijo en alta voz: «¿llas despedido, oh Apolonides, á Estatilio, haciéndole bajar de su altivez, y se ha embarcado sin siquiera saludarme?—¡¿Cómo? replicó Apolonides; no ha sido posible por más que le he hablado, sino que conserva su ánimo erguido é irreducible, manteniéndose en que quiere quedarse, y hacer lo mismo que tú hicieres.» A esto dicen que Caton se sonrió, y dijo: «Pues bien, eso luego se verá.» Despues del baño cenó con muchos convidados, sentado como tenia de costumbre despues de la batalla de Farsalia, porque no se recostaba sino para dormir. Eran del convite todos sus amigos, y los magistrados de los Uticenses; y la conversacion de sobremesa fué, con la bebida, erudita y amena, pasando de unas en otras pláticas sobre asuntos filosóficos, hasta que la disputa vino á recaer sobre las que se llamaban paradojas de los Estóicos; tales como esta: Que sólo el bueno es libre, y esclavos todos los malos. Aquí, como era natural, contradijo el Peripatético, á quien replicó con vebemencia Caton, y aumentando el