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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Rey se echó á reir; pero los Macedonios y otros forasteros que presenciaban la junta, estando de vagar, deseaban oir, y por señas rogaban á los embajadores que entablaran alli su acusacion. Mas el partido era muy desigual, porque habiendo empezado á hablar Focion, Poliperconte se le opuso muchas veces; y habiendo dado por fin un bastonazo en el suelo, aquél se detuvo y calló; y diciendo Hegemon que Poliperconte le era testigo de su amor al pueblo, como Poliperconte le respondiese enfadado: «no vengas aquí á mentir anle el Rey,»» levantándose éste, intentó herir á Hegemon con la lanza; pero Poliperconte le echó al punto los brazos para detenerle, y así se disolvió la junta.

Rodeados por los guardias Focion y los que con él se baliaban, los demas amigos que tuvieron la suerte de no estar tan cerca, en vista de esto ó se ocultaron ó huyeron, y así se salvaron. A aquellos los trajo Clito á Atenas, segun decian, para ser juzgados; pero en realidad condenados ya á morir; y su conduccion ofrecia un espectáculo bien triste, siendo llevados en carros por el Cerámico al teatro: porque allí los tuvo reunidos Clito, hasta que los Arcontes convocaron la junta, de la que no excluyeron ni á esclavo, ni á forastero, ni á hombre infame, sino que dejaron palentes á todos y á todas la tribuna y el teatro. Leyóse una carta del Rey, en la que decía, que para él aquelos hombres eran traidores; pero que dejaba á los Alenienses el que los juzgasen, pues que eran libres é independientes; y como en seguida los hubiese presentado Clito, los ciudadanos de probidad y virtud, al ver á Focion se cubrieron los rostros, y bajando los ojos no podian contener las lágrimas. Hubo, sin embargo, uno que se atrevió á decir, que habiendo dejado el Rey al pueblo un juicio como aquél, correspondía que los esclavos y los extranjeros salieran de la junta. Mas no lo llevó en paciencia la muchedumbre, y como gritasen que debian ser apedreados los oligarquistas y enemigos del pueblo, ya ningun