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POMPEYO.

dal de agua, de manera que se maravillaron de que en tanto tiempo no hubiera dado en ello Mitridates; y despucs acampando próximo á él, consiguió dejarle sitiado; pero habiéndolo estado cuarenta y cinco dias, se escapó sin que aquél lo sintiese con lo más escogido de sus tropas, dando muerle á los inútiles yenfermos. Habiéndole vuelto á alcanzar Pom.peyo junto al Eufrates, puso su campo enfrente de él, y lemiendo que se adelantase á pasar esle río, sacó armado su ejército desde la media noche, hora en que se dice haber tenido Mitridates una vision que le predijo lo que iba á sucederle. Porque le parecia que navegando con próspero viento en el mar Póntico, veia ya el Bósforo, y los que con él iban se lisonjeaban como el que se alegra con la certeza y seguridad de salir á salvo; pero que de repente se halló abandonado de todos en un débil barquichuelo juguete de los vientos. En el momento de estar en estas angustias y ensueños le rodearon y despertaron sus amigos, diciéndole que tenian cerca de si á Pompeyo. Fues, pues, indispensabie haber de pelear al lado del campamento; y sacando sus generales las tropas, las pusieron en órden. Advirtió Pompeyo que los cogia prevenidos, y no decidiéndose á entrar en accion entre tinieblas, le pareció que no debian hacer más que cogerlos en derredor, para que no huyesen, y á la mañana, pues que sus tropas eran mejores, vendrian á las manos; pero los más ancianos de los tribunos, rogándole é instándole, le hicieron por fin resolverse. Porque tampoco era la noche del todo oscura; sino que la luna, yendo ya bastante baja, daba suficiente luz para que se vieran los cuerpos, que fue lo que principalmente desconcertó á las tropas del Rey: porque los Romanos tenian la luna á la espalda, y estando ya la luz muy cerca del ocaso, las sombras de sus cuerpos iban muy lejos delante de ellos, y se extendian hasta los enemigos, que no podian computar la distancia, sino que como si los tuvieran ya encima, arrojando las lanzas en vano, á nadie alcanzaban. Al ver