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Plutarco.—Las vidas paralelas.

los amigos que se despidieran en paz. Lúculo en la Galacia distribuyó la tierra conquistada, é hizo otras donaciones á quienes tuvo por convenientc. Pero Pompeyo, que estaba acampado á muy corta distancia, prohibió que se le prestase obediencia, y le quitó todas las tropas, á exception de mil seiscientos hombres, que por ser orgullosos repató le serian inútiles á él mismo, y que á aquél no le guardarian subordinacion. Censurando y vituperando además abiertamente sus operaciones, decia que Lúculo había hecho la guerra á las tragedias y farsas de aquellos reyes, quedándole á él tener que combatir con las verdaderas y ejercitadas fuerzas; pues que Mitridates habia al fin recurrido á los escudos, la espada y los caballos. Mas tefendíase por su parte Lúculo diciendo que Pompeyo iba á lidiar con la imagen y sombra de la guerra, siendo su maña acabar con los cuerpos muertos por otros, á manera de ave de rapiña, é ir dilacerando los despojos de la guerra; pues que de esta manera había inserito su nombre sobre las guerras de Sertorio, de Lépido y de Espartaco, terminadas ya felizmente, ésta por Craso, aquélla por Catulo, y la primera por Metelo; por tanto, no era de extrañar que se arrogase ahora la gloria de las guerras Armenias y Pónticas un hombre que habia tenido arte para ingerirse en el triunfo de los fugitivos.

Partió por fin Lúculo; y Pompeyo, dejando la armada naval en custodia del mar que média entre la Fenicia y el Bósforo, marchó contra Mitridates, que tenía un ejército de treinta mil infantes y dos mil caballos, pero que no se atrevia á entrar en batalla. Y en primer lugar, como hubiese abandonado por ser falto de agua un monte allo y de difieil acceso, en el que se hallaba acampado, lo ocupó Pompeyo; y conjeturando por la naturaleza de las plantas y por el descenso del terreno, que el país no podia ménos de tener fuentes, dió órden de que por todas partes se abrieran pozos, y al punto se vió el campamento lleno de gran can-