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AGESILAO.

envuelto en su manto con sólo un criado se adelantó bácia ellos, gritándoles que habian entendido mal su orden; pues no les había dicho que fueran á aquel puesto, ni todos juntos, sino allí (señalando distinto sitio), y otros á otras partes de la ciudad. Ellos, cuando lo oyeron, se alegraron, creyendo que nada se sabía, y separándose, marcharon á los lugares que les designó. Agesilao al punto mandó otros que ocuparan el Hisorio, y respecto de los sublevadus, habiendo podido haber á las manos unos quince de ellos, por la noche les quitó la vida. Denunciáronle otra conjuracion todavía mayor de Esparciatas que se reunian y congregaban secretamente en una casa con designio de trastornar el órden; y teniendo por muy expuesto, tanto el juzgarlos en medio de aquellas alteraciones, como el dejarlos continuar en sus asechanzas, tambien á éstos les quitó la vida sin formacion de causa, con sólo el dictámen de los Eforos, no habiéndose ántes de entonces dado muerte á ningun Esparciata sin que precediese un juicio. Ocurrió tambien que muchos de los ascripticios é bilotes, que estaban sobre las armas, se pasaban desde la ciudad á los enemigos; y como esto fuese tambien muy propio para causar desaliento, instruyó á sus criados para que por las mañanas antes del alba fuesen á los puestos donde dormían, y recogiendo las armas de los desertores, las enterrasen, á fin de que se ignorara su número. Dicen algunos que los Tebanos se retiraron de la Laconia á la entrada del invierno, por haber empezado los Arcades á desertar y á escabullirse poco a poco; pero otros dicen que permanecieron tres meses enteros, y que asolaron y arrasaron casi todo el país. Teopompo es de otra opinion, diciendo, que resuelta ya por los Beotarcas la partida, paso á su campo un esparciata llamado Frixo, llevándoles de parte de Agesilao diez talentos por premio de la retirada: de manera que con hacer lo mismo que tenian determinado, áun recibieron un viático de la mano de los enemigos.

TOMO III