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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

desventuras, para que el mundo no ignore que he tomado con paciencia algo que es más amargo que la misma paciencia!

¡Porque la paciencia tiene su belleza, sobre todo cuando es el hombre piadoso quien la practica! ¡De todos modos, ha de ocurrir lo que haya decidido Alah respecto á cada criatura! ¡Mi misteriosa amada conoce los secretos de mi lecho, y ninguno, aunque sea el secreto de los secretos, puede ocultársele!

¡Al que diga que hay delicias en este mundo, contestadle que pronto conocerá días más amargos que el jugo de la mirra!


Entonces salí de la ciudad aquella, viajé por varios países, atravesé sus capitales, y luego me dirigí á Bagdad, la morada de paz, donde espero llegar á ver al Emir de los Creyentes para contarle cuanto me ha ocurrido.

Después de muchos días de viaje, he llegado esta misma noche á Bagdad, y encontré muy perplejo al hermano que está ahí, al primer saaluk, y le dije: «¡La paz sea contigo!» Y él me contestó: «¡Y contigo la paz, y la misericordia de Alah, y todas sus bendiciones!»

Entonces empecé á conversar con él, y se nos acercó el otro hermano, el tercer saaluk, quien después de desearnos la paz, nos dijo que era extranjero. Y nosotros le dijimos: «También somos extranjeros, y hemos llegado hoy á esta ciudad bendita.»