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HISTORIA DEL MANDADERO...

Entonces el verdugo me llevó fuera de la ciudad. Y me sacó de la caja con las manos atadas y los pies encadenados, y me quiso vendar los ojos antes de matarme. Pero entonces rompí á llorar y recité estas estrofas:


¡Te elegí como firme coraza para librarme de mis enemigos, y eres la lanza y el agudo hierro con que me atraviesan!

¡Cuando disponía del poder, mi mano derecha, la que debía castigar, se abstenía, pasando el arma á mi mano izquierda, que no la sabía esgrimir! ¡Así obraba yo!

¡No insistáis, os lo ruego, en vuestros reproches crueles; dejad que sólo los enemigos me arrojen las flechas dolorosas!

¡Conceded á mi pobre alma, torturada por los enemigos, el don del silencio; no la oprimáis más con la dureza y el peso de vuestras palabras!

¡Confié en mis amigos para que me sirviesen de sólidas corazas; y así lo hicieron, pero en manos de los enemigos y contra mí!

¡Los elegí para que me sirviesen de flechas mortales; y lo fueron, pero contra mi corazón!

¡Cultivé sus corazones para hacerles fieles; y fueron fieles, pero á otros amores!

¡Los cuidé fervorosamente para que fuesen constantes; y lo fueron, pero en la traición!


Cuando el verdugo oyó estos versos, recordó que había servido á mi padre y que yo le había colmado