Página:La venida del mesias en gloria y magestad - Tomo I.djvu/130

Esta página ha sido corregida
49
EN GLORIA Y MAGESTAD

pugnaciones mismas, aun las mas difusas, muestran claramente todo lo contrario.

74. Parece cierto é innegable, que los autores que tratan este punto, confunden demasiado (si no en la proposicion, á lo menos en la impugnacion) confunden, digo, demasiado los errores de los antiguos herejes, las ideas groseras de los judios, y las fábulas de los judaizantes, con lo que pensaron y dijeron muchos doctores católicos y pios, entre ellos algunos santos padres de primera clase: y tambien, lo que es mas estraño, con lo que clara y distintamente dicen las Escrituras. Así confundido todo, y reducido por fuerza á una misma causa, es ya facilísima la impugnacion: entónces se descarga seguramente la censura sobre todo el conjunto: entonces se alegan testos claros del evangelio, y de S. Pablo, que contradicen y condenan espresamente todo aquel conjunto, que, aunque compuesto de materias tan diversas, ya no parece sino un solo supuesto: entónces, en fin, se alza la voz, y se toca el arma contra aquellos errores. Pero ¿qué errores? ¿Los que enseñaron los herejes, ó algunos de ellos los mas ignorantes y carnales? Sí. ¿Los que enseñaron los Rabinos judios, y después de ellos algunos judaizantes? También. Y si los católicos pios, llamados Milenarios, no enseñaron ni admitieron tales errores, antes los condenaron y abominaron, ¿deberán no obstante quedar comprendidos en el mismo anatema? Y si la Escritura divina cuando habla del reino del Mesías aqui en la tierra (como ciertamente habla, y con suma frecuencia) no mezcla tales despropósitos: ¿deberá con todo esto violentarse, y sacarse por fuerza de su propio y natural sentido? Dura cosa parece, mas en la práctica así és. Esta es una cosa de hecho, que no ha menester ni discurso, ni ingenio; basta leer y reparar.

75. En efecto, hallamos notados en las impugnaciones á S. Justino y á S. Irinéo, mártires, padres y columnas del segundo siglo de la Iglesia, como caidos miserablemente, no obstante su doctrina y santidad de vida, en el