tengo motivos para decir que me ha visto.» «¡Espíritu infernal! —grité aturdido y como fascinado—, yo no comprendo una palabra de esa jerigonza. ¿No dices que vienes por ella?» «Sí. » —« «¡Infame!, sal al punto de mi casa—exclamé, procurando sacudir mi aturdimiento.» «No me iré sin ella. » B. PÉREZ GALDÓS «¡Maldito! ¿Pues no dices que pasó la época de los raptos?» — «Me explicaré: lo que yo quiero llevarme no es la persona de Elena; lo que yo quiero llevarme es tu mujer.» .
— «Sofista, embrollón: ¿y qué diferencia encuentras entre mi mujer y la persona de Elena?» Mucha, señor don Anselmo amigo 1 contestó.» «Hízome una relación sutil y laberíntica que acabó de llevar mi pobre cabeza al último grado de turbación. No puedo menos de confesar que su voz me fascinaba, y que me parecía distinta de todas las voces que estamos acostumbrados á oir. Y si dijera que en medio del espanto, del trastorno que yo sentía, causábanme sus lucubraciones cierto asombro parecido al agrado, no mentiría ciertamente.»