libros noche tras noche sin darse reposo. Pero viendo todos la ninguna substancia de aquel trabajo incesante, encontrábanle cada vez más loco. Huyeron de él los que antes le tenían afecto ó lástima, y sólo había un reducido número de personas que iban á oirle contar peregrinas aventuras, soñadas por él sin duda, pues no existía un ser cuyo papel en la sociedad hubiera sido más pasivo.
El calificativo de doctor no provenía de ningún grado académico, como en la mayor parte de los sabios; fué más bien un apodo con que los amigos gustaban de satirizar sus hábitos de erudito. Los que iban á oirle contar sus historias no carecían de gusto, porque éstas eran un tejido asombroso de hechosinverosímiles, pero de gran interés; hechos amenizados por pintorescas digresiones, y que tratados y escritos por pluma un poco diestra, tal vez serían leídos con placer. Referíanse por lo general á apariciones de alguna sombra que venía á pasearse por este mundo con el mayor desparpajo, y él la presentaba como representación simbólica de alguna idea; tenía afición á toda clase de símbolos, y en sus cuentos había siempre multitud de seres sobrenaturales que formaban como una mitología moderna.
En todo esto entraba por mucho la eru-